En una antigua fábrica de salazón que se remonta a 1812, este histórico restaurante ofrece una experiencia única para saborear los mejores productos de la Costa da Morte, tanto por su frescura y calidad, como por su cuidada preparación.
El plato insignia es la célebre lubina, o robaliza, en gallego, a la brasa.
Tal y como se procede con todo pescado a la brasa que sale de nuestras parrillas, seleccionamos los más nobles ejemplares, éstos son cocinados a la parrilla sobre brasas de carbón vegetal, se desespinan y son servidos recién salidos del fuego, con un toque de la salsa artesanal que ya es marca de la casa. Se trata de un plato que, desde hace años, ha hecho las delicias de los más distinguidos comensales.